sábado, 24 de noviembre de 2018

Conversionando y recuperando morralla (III)

Muy buenas a todos. 

Poco a poco, y con la excusa de ir creando contenido para el blog, estoy recuperando del olvido las miniaturas que en principio quedaban para siempre al fondo de las cajas.


Así pues, vamos con una nueva entrega de : Conversionando y recuperando morralla.



Para esta tercera parte, he seleccionado algunas de las miniaturas de mercenarios que tenía por ahí abandonadas, ya que estaban incompletas.


Nunca llegué a usarlas ya que les faltaban piezas, y tras adquirirlas, pasaron a un cajón.


Hoy nos encontramos con : Maximilian Damark, capitán mercenario de los Tiradores de Miragliano, y con un cañón mercenario, perteneciente a la escuadra de Brozino (el tercer artillero era monopieza, si no, es más que probable que estuviese aquí también).

Estas son unas miniaturas que adquirí con gran ilusión, ya que desde pequeño siempre me han encantado los mercenarios, tanto su trasfondo como las miniaturas y reglas.

Fue una lástima, pero adquirí únicamente al capitán de los ballesteros, que sin su arma y su pluma, apenas valía como capitán de unidad, pero conversioné a uno de los ballesteros imperiales, así que su uso principal fue ocupar sitio en el cajón.

El cañón, me vino en una compra junto a los tres artilleros, dos de ellos sin brazo, el tercero, monopieza y el cañón, con sólo una rueda (la retiré antes de la foto), así que tampoco llegué a usarlo nunca.

De hecho, si navegáis por las paginas anteriores del blog, podéis encontrar los cañones alternativos que fabriqué:

¡Pues manos a la obra!



Con Maximilian he disfrutado bastante. Buscando una ballesta sobrante del imperio encontré una de metal, creo que de un jinete oscuro, o quizá de un enano. Lo mejor, es que no tenía ninguna mano, así que fue suficiente con apoyarla en la mano como el modelo original y a la vez, descansarla en el hombro.

Para la pluma, utilicé el penacho sobrante de un casco de caballero (en una próxima entrega os enseñaré dónde está esa cabeza...), ¡aquí nunca se tira nada!






El cañón, por su parte lleva un nuevo juego de ruedas, procedentes del lejano oriente, ya que aquí me fue imposible encontrar a nadie que las vendiese o cambiara.

Para los artilleros, utilicé restos de los artilleros del cañón imperial.




Y así quedan, perfectos para dar caña en las mesas.

Hasta aquí llegamos hoy. Gracias por visitarnos una vez más. ¡Nos leemos!


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