miércoles, 16 de febrero de 2022

[TRASFONDO] Historias de un gnoblar (2)

¡Buenos días piltrafillas! Es altamente probable que la semana pasada os quedárais con los dientes largos con la historia que comenzó a narrarnos Enric en su momento de inspiración literaria. Hoy vamos a seguir con ese trasfondístico relato y a empezar a ver algo más entre las aventuras gnoblars.



El pequeño Robby había muerto.

Borung, el Déspota de la tribu, no volvió a ser el mismo. La culpabilidad por la muerte de su amado gnoblar no le dejaba seguir adelante. Dejó de dormir, empezó a beber demasiado (demasiado incluso para ser un monstruo gargantuesco de más de tres metros de altura), e incluso dejó de comer… algo intolerable para un ogro, y más aún para alguien en su posición de líder.

Gnobo, sin embargo, supo aprovecharse bien de la desgracia del Déspota. Una noche que este roncaba profundamente, tras haber bebido demasiado, introdujo cuidadosamente una de sus orejas en la boca del ogro, y apretó la mandíbula para que quedara la marca de sus dientes en su oreja. Al día siguiente, fingió que el Déspota le había adoptado como su gnoblar de compañía, ayudándole a despertarse y sirviéndole el desayuno como si lo hubiera hecho toda su vida. El Déspota, resacoso, confuso, y apático, se dejó hacer sin protestar ni hacer preguntas. Todo le daba igual.

Gnobo había conseguido lo que siempre había querido: con la marca del Déspota en su oreja, ningún ogro se atrevía a meterse con él, y podía andar libremente por el campamento, apaleando a otros gnoblars y haciendo de las suyas con su camarilla, sin miedo a las consecuencias ni a los grandotes de la tribu.



Si… había conseguido lo que siempre había querido… pero no se sentía lleno. No era feliz. Cuando veía al pequeño Robby, no había sentido más que rencor y envidia por su posición social, sin valorar lo más mínimo el cariño que sentía el Déspota Borung por él. Pero ahora… el Déspota estaba deprimido y no levantaba cabeza. Comía lo que Gnobo le ponía en el plato mirando al vacío, pero no le hacía ni el más mínimo caso. No sonreía, ni le acariciaba el lomo, y ni siquiera se giraba para mirarlo cuando jugaba a pisar a los gnoblars más pequeños.

Gnobo empezó a pensar, celoso del otro gnoblar ¿Por qué ese gordinflón no le trataba igual que a Robby? ¿Acaso no se había esforzado para estar a su lado? ¿Acaso no le limpiaba las botas, le traía la comida, y se subía a sus hombros como ese estúpido esmirriado? ¿Qué más tenía que hacer? ¿Era Robby mejor que él? ¡Ni hablar! ¡Era un idiota y estaba muerto, como iba a ser mejor que él! ¡Gnobo no tenía ninguna culpa! Era ese estúpido Déspota que no le trataba como merecía.

Hizo todo lo que pudo para ganarse el afecto de Borung, pero al cabo de unas semanas estuvo claro que nunca reemplazaría a su gnoblar anterior…La relación que habían tenido Borung y Robby había sido única… Así que el maligno gnoblar empezó a maquinar de nuevo. Si ese déspota no sabía tratar a Gnobo como se merecía, tenía que buscar a un nuevo déspota que le valorara como merecía… y darle una lección a Borung, claro.

El resto de ogros había empezado a murmurar sobre el comportamiento de Borung: ya no era el líder que era antes, se había vuelto débil de espíritu, ya no se comía todas las verduras e incluso dejaba carne en el plato. Alguien debía sustituirle.

Pero había dos razones por las que ninguno de los ogros se atrevía a hacerlo. Primero, porque el Déspota seguía siendo la mole más descomunal de todo el campamento, y nadie en su sano juicio se atrevía a enfrentarse a él. Y segundo, porque el Déspota había sido muy cuidadoso para evitar ser traicionado, y todos los tesoros conseguidos a lo largo de los años los había escondido. Gracias a aquellos tesoros, la tribu podía conseguir alimentos de los comerciantes todo el año, y mejores armas y equipo de los enanos cornudos del norte. Los ogros se habían acostumbrado a este nuevo nivel de vida, y no querían dejar de tenerlo. Así que, como nadie sabía dónde se encontraba el tesoro… ningún ogro se atrevía a desafiarle.

El tesoro no era fácil de encontrar. El Déspota lo había escondido en una cueva, oculta en las montañas. Tapada tras una gran roca, y de cuya existencia solo Borung conocía. Bueno…. Borung, y Gnobo, naturalmente. El Déspota había sido muy cuidadoso con que ningún ogro le siguiera cuando iba a la cueva, y solo permitía a Robby que le acompañara. Pero Gnobo había pasado mucho tiempo observándoles y maquinando desde la oscuridad… y sabía cómo encontrar la cueva.

Así que Gnobo trazó su plan: no podía contar con ningún ogro del campamento… pero quizás fuera…Reunió a su camarilla de gnoblars más fuertes y pendencieros, y les ordenó que le siguieran. Acudió también a los Tramperos Gnoblars, una pandilla de independientes que vivían en el bosque e imitaban todo lo que hacía el Cazador de la Tribu. Les prometió buena comida y privilegios si le acompañaban, y una paliza a los que se echaran atrás, y todos se avinieron a acompañarle en su aventura. Juntos, emprendieron el viaje hasta la tribu vecina, los peligrosos Rugetripas. Su déspota era conocido por su mal carácter y su ambición, y hacía tiempo que quería derrotar a Borung y unir su tribu a la suya… pero el mayor tamaño de Borung le había echado atrás.

El viaje fue peligroso, y Gnobo tuvo que usar a algunos de sus compañeros como cebo para distraer a los Dientes de Sable que acechaban en el camino y emboscarlos con palos largos y cepos… pero así era la vida de los gnoblars. Nadie les echaría de menos.

Finalmente alcanzaron a la Tribu Rugetripas, y Gnobo avanzó con toda la pompa que le fue posible, con sus pelos desordenados, sus tupidas cejas ceñudas, y su mandíbula inferior prominente y curvada hacia abajo, al centro del campamento. Los ogros de la tribu, que no sabían distinguir un gnoblar de otro, no les prestaron más atención que a un perro callejero, confundiéndolos con los gnoblars de la tribu.

El Déspota se encontraba en la tienda más grande, como cabía esperar, y estaba sentado, solo, mordisqueando distraído la pierna de alguna desafortunada víctima, y ni siquiera les vio llegar.

-Ooh, gran alteza. Zumo Dézpota y Gigantezco líder. Acudo a voz con una oferta que ezpero que zea digna de zu atención- Dijo Gnobo con voz aguda y nerviosa, con todo el carisma que fue capaz de reunir.

El Déspota miró confuso hacia la puerta, sin saber de dónde venía la voz.

-¡Aquí abajo, magnificente señor! Le traigo noticiaz de la tribu Grandezfaucez, esperando que como zabio Dézpota zepa recompenzarme como merezco-

-¿Que hace esta cosa aquí? ¿Cómo habei’ entrado?- Bramó el Déspota, molesto, al ver a la ridícula comitiva gnoblar –Largo de aquí ante’ de que o’ coma-

-Paciencia, oh zabio señor. Oz traigo buenaz nuevaz: el  Dézpota Borung eztá débil, no come, y zuz ogroz no le respetan, y Voz podeiz aprovecharoz de ello. Con mi ayuda, siendo vueztro gnoblar de compañía, zereiz máz poderoso y rico que ningún otro dézpota de laz Montañaz -

-¿Qué Borung está débil? Jo, jo, jo. Me lo temía. Este momento tenía que llegar. Aparta de aquí, mal bicho. No necesito que un despojo como tú me diga lo que ya se, ni lo que ten’ho que hacé. Acabaré con ese maldito, y me comeré su corazón aún pa…palti… palpitante- Le faltó tiempo para empujar a Gnobo a un rincón de la tienda y salió corriendo, aplastando a los gnoblars que no se apartaron a tiempo.

Al poco, empezaron a sonar cuernos. Los Rugetripas iban a la guerra.

Gnobo maldijo y gruñó cuanto pudo, y golpeó al gnoblar más cercano hasta quedar sin aliento. Malditos ogros… eran todos iguales. No les necesitaba para nada. Ojalá pudiera enseñarles su valía. Oh, sí…empezó a maquinar de nuevo. Sí que les enseñaría lo que valía. Les daría su merecido.

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De lo que sucedió a continuación, nadie sabe con certeza que pasó realmente. Las historias se sucedieron entre los gnoblars de las diversas tribus, y cada vez se fueron agrandando, y haciendo más inverosímiles, al estilo gnoblar, hasta que ya nadie supo que era verdad y que una pura invención. De tribu a tribu, de chabola a chabola, a lo largo de las Montañas de los Lamentos, se contó la historia de cómo el gran Gnobo, el emperador de los Gnoblars, el Salvador, había derrotado a los Ogros y liberado a las tribus gnoblar de su esclavitud.

Algunos dicen, que cuando los Rugetripas y los Grandesfauces se enfrentaron entre ellos, se exterminaron mutuamente, y no quedaron más que los gnoblars que se habían escondido en las cuevas.

Otros, que en plena confusión de la batalla, alguien dejó abierta la puerta de la cerca de los rinobueyes, y  una avalancha de estos irrumpió en el campamento, atropellando a unos y a otros hasta que no quedó nadie.

Algunos gnoblars añaden que no habían sido solo los rinobueyes, sino que Gnobo había liberado a los gigantes esclavizados de sus grilletes, y estos se le habían unido en busca de venganza.

Más tarde, los trovadores gnoblars, con sus agudas e histriónicas voces, afirmaban incluso que el propio Gnobo se había unido a la batalla, montado en un resplandeciente Rinobuey salvaje, que había domado con sus propias manos, y que, liderando una carga de gnoblars estandarte en mano, había derrotado y matado a ambos déspotas él solo sin sufrir un rasguño… En las historias gnoblar, cuesta mucho discernir la verdad de las fantasías de las perturbadas mentes de esos pielesverdes.



La historia incluso siguió cambiando y alterándose hasta llegar a límites inverosímiles: ¡No! No había sido una batalla entre tribus ogras, había sido una batalla de Gnoblars, derrotando a los invasores ogros. ¡No! No había sido una batalla, ¡Había sido una rebelión! Los oprimidos gnoblar se alzaban contra el estado opresor. Contra la clase dominante burguesa ogra. ¡Vivan los gnoblars unidos! Alcémonos y unámonos, sigamos al emperador Gnobo ¡Viva el pueblo Gnoblar!

De chabola en chabola, de tribu en tribu, los maltratados gnoblars se apretujaban entre ellos para poder escuchar al narrador, que contaba la historia del valiente Gnobo alrededor del fuego, cuando no había ningún ogro que les pudiera oír. De cómo algún día, los salvaría a todos, y como los gnoblars dejarían de pasar hambre y frío, y de tener muertes horribles, y se convertirían en la clase dominante del Viejo Mundo.

De chabola en chabola, de tribu en tribu, los gnoblars más valientes y ambiciosos se equiparon con los desperdicios que encontraron, con sus espadas y cascos oxidados, con sus botellas, sus palos, sus huesos, herraduras y clavos, y, sin volver la vista atrás, se dirigieron al oeste, hacia la puesta de sol, en busca del gran Gnobo, el Salvador de los Gnoblars.

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¿Y qué fue realmente de Gnobo? Tras acabar con las dos tribus ogras y apoderarse de sus tesoros, unió a los gnoblars en un gran banquete, en el que reveló su gran plan para el futuro… ¿Queréis saber que fue de él? Sed pacientes… Pues aún queda un largo trecho en la inmerecida carrera hacia la gloria de Gnobo, el líder… de la Horda Gnoblar.

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Espero que hayáis disfrutado con la historia de cómo el horripilante y malvado Gnobo consiguió llegar desde lo más bajo, hasta lo… mmh… medianamente bajo: ser el Comandante y General del ejército de la Horda Gnoblar.

¿Que qué es la Horda Gnoblar? Ah… malditos barbilampiños… La Horda Gnoblar es una lista de ejército alternativa para Reinos Ogros que salió conjuntamente con el libro de ejército de 6ª edición, en la White Dwarf 120. En esa White Dwarf salió un montón de trasfondo (divertidísimo) sobre los gnoblars y su función, y, finalmente, una lista absurdamente divertida (y mala de narices) para llevar a estos divertidos y miserables pielesverdes.

Es una lista tipo “la horda snotling”, para pasártelo bien, pero sin ningún tipo de equilibrio o intención de que pueda ganar una batalla medianamente seria… pero con tanto carisma que brilla con luz propia. Bien…la era de la horda Gnoblar ha llegado.

He hecho este trasfondo para “darle la entrada espectacular que se merece” al gran Gnobo y a su Horda, y un poco también para poneros los dientes largos, jeje. En el próximo artículo… os contaré un poco la lista y estrategia, y cómo he ido (o como estoy) conversionando cada unidad.

¡Nos leemos!

Enric


5 comentarios:

  1. Con un trasfondo así uno queda deseoso de conocer a Gnobo y su horda Gnoblar. ¡A ver qué tal esas conversiones! Por cierto, no sé si participaste en el concurso literario de los Custodios de Morr este año, pero no te puedes perder la próxima edición.

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    1. Yaaaa, me hubiera molado mucho, pero justo coincidía con las opos, y pensé: nos conocemos, te lo dejarás para el final, y queda muy feo acabar no presentándose XD Para la próxima me lanzo al ruedo, que me gustó mucho leerlas :)

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  2. quina guapada de trensfons. Ganes de veure la teva horda

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  3. Mola mucho este trasfondo, y estoy deseando ver la horda gnoblar. Los ejércitos temáticos son los más bonitos.

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