martes, 8 de agosto de 2023

[Escalada de los lectores] La escalada de Duffman: Julio 2023

 ¡Buenos días! Y sin no son buenos, ya veréis que los protagonistas del nuevo capítulo de trasfondo que nos trae Duffman en su escalada de los lectores tienen un día peor. Siempre es difícil progresar la cola de pintura en verano, pero aquí vienen unas pocas minis.


Sigo comentando mis movidas warhammeras navegantes de mares grises en esta escalada de julio, aquí Duffman.

Capítulo 7: La prisión del culto del placer

Hacía ya más de diez días que aquellos guerreros, aquellas bestias inmisericordes los habían tomado prisioneros. Atacaron el pueblo, a las faldas de las montañas negras, por la noche. El asalto duró poco. Kruger, sacerdote guerrero de Sigmar, consiguió convertir en pulpa sanguinolenta la cabeza de tres guerreros con su martillo antes de recibir un fuerte golpe proveniente de un puño acorazado. Su nariz sangraba abundantemente y cuando intentó levantarse una bota metálica golpeó de nuevo su cráneo. Y se hizo la oscuridad.

Ahora caminaba por un sendero desnudo y con las manos atadas. Las piedras se clavaban como cuchillos en las plantas sangrantes de sus pies. El frío hacía que ya no sintiese los dedos de sus manos. Y sin embargo rezaba a Sigmar para que la columna no se detuviese. Sigmar. ¿Lo habría abandonado? Cada vez que se detenían comenzaban los rituales. Aquellos hombres, un par de centenares, rendían culto a una deidad de dolor y placer. Buscaban las maneras más retorcidas posibles de experimentar con sus sentidos y los cautivos eran las herramientas predilectas.

Ya habían ejecutado a casi todos prisioneros que iniciaron la marcha. Habían obligado a Kruger a presenciar cada tortura, cada ejecución. El objetivo de sus captores era que el sacerdote renunciase a su dios. Se divertían con ello. Un extraño símbolo y una estrella de ocho puntas se dibujaba en su piel. Hasta su cuerpo había sido profanado. Solo quedaba su alma que, al borde de la desesperación, se abrazaba a una fe en Sigmar que se apagaba poco a poco.

Finalmente, el sacerdote fue empujado a un pozo. Un sumidero lleno de huesos, con símbolos que no honraban a un dios, si no a la muerte. Junto a él, el otro prisionero que aún seguía vivo: Su discípulo Günther. El joven muchacho había servido a Kruger desde los 8 años, cuando se quedó huérfano y había emprendido el camino de la fe como asistente del sacerdote. Ahora era una masa balbuceante y mutilada que no paraba de sollozar. Era la oportunidad de Kruger de acabar con todo. No les daría la oportunidad a sus captores de divertirse más con sus desgracias. No dudó. Sigmar ya no estaba con él. Cogió un fémur afilado y lo clavó en el cráneo de su pupilo. El “arma” entró por debajo de la mandíbula de abajo a arriba. El muchacho murió en el acto. Ya nada importaba. Estaba claro que su Dios ya no le era propicio. Solo deseaba la muerte. Cogió otro hueso y lo clavó en su brazo describiendo una larga línea hasta el antebrazo. La sangre comenzó a brotar en gran cantidad. Después se rebanó el cuello. Mientras su vida se escapaba para encontrar el descanso eterno, una chispa de profundo odio y venganza apareció fugazmente en su mente antes de apagarse.

Los sirvientes del caos, decepcionados por haber perdido sus juguetes, dedicaron la noche a emborracharse y practicar todos los excesos posibles hasta caer dormidos.

Los gritos comenzaron a despertar al campamento unas horas después. Todos los guardias colgaban de los árboles. Vivos. Pero sin extremidades, orejas, nariz, ojos ni lengua. Sus heridas habían sido cauterizadas. Privados de toda sensación. Peor que cualquier prisión de piedra, madera o acero. Sin carceleros y sin embargo de la cual era imposible de escapar. El sonido de los cuerpos zarandeándose mientras aquellas bocas sin lengua emitían sonidos guturales era aterrador. Los guerreros se agruparon en el centro del campamento, y esperaron. Unas carcajadas de ultratumba emergieron de aquel pozo acompañadas de dos figuras esqueléticas flotando en el aire. Los recién llegados atravesaron con sus guadañas las almas de los cultistas cercanos como si fueran aire. Los guerreros, forjados en cientos de batallas, rompieron filas y comenzaron a correr como niños asustados. Durante tres largos días cada uno de aquellos monstruos convertidos en ovejas fueron cazados. Uno a uno. Desaparecían entre las sombras para volver a aparecer en los árboles circundantes. A la vista de sus antiguos camaradas. Ninguno de aquellos siervos de aquel dios oscuro salió nunca de las montañas.

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Otto escrutaba el paso de montaña que se abría ante él. Quería abandonar El Imperio inmediatamente, pero usar el Paso del Fuego Negro era un suicidio. Sería imposible pasar desapercibido. Así que solo le quedaba aquel camino. El sendero de los sentidos. El problema era que sería fácil perderse por él sin alguien que los guiase. Y ese alguien eran aquellas dos figuras espectrales que se habían aparecido ante él.

El ejército no muerto comenzó a marchar en filas de tres cuerpos como mucho debido a la estrechez del paso. Tras unos cuantos días, llegaron a un antiguo campamento abandonado. Varias decenas de esqueletos mutilados colgaban de los árboles circundantes. En el centro, un pozo. Alrededor de él, unos cuerpos mutilados al extremo, pero vivos. Solo capaces de sentir el frío, el dolor y la lluvia esporádica. Alguien los estaba alimentando con carne pútrida para seguir manteniéndolos con vida lo máximo posible.

-        “Otro tipo de no muerte.” Dijo Karl.

-        “Peor que la que nosotros concedemos.” Contestó Otto.

Y continuaron su camino.                           



 

 




Kruger y Günther. Dos espectros. Sencillos de pintar con contrast diluyendo más o menos con medium.






Este mes tocaba personajes, y me están dando unas ganas terribles de pintar pielesverdes (como en su día me pasó con los zombis), así que me estoy dejando llevar y aprovechando para pintar todo lo posible.







Por último, estoy repintando miniaturas que había manchado hace 20 años. “Loz Tirapaloz de laz Montañaz Negraz” Tengo una deuda con ellas. Foto de antes, y de las actuales.

Y con todo esto, veamos el mes de Julio:

Entradas:  8 (Imperium)

Ventas: 2

Pintadas: 5 personajes + 18 arqueroz orcoz = 23

Estado de objetivos:

1.      Balance: Acumulado – Compras + Ventas + Pintadas = -182 - 8 + 2 + 23 = -165

2.      Condes: 1.823 + 180 (2 Espectros): 2.003/2500 puntos (80%)

3.      Imperio: 20/20 miniaturas (100%) Completado.

4.      Bonus:

a.      Orcos y goblins: (27 miniaturas/381 puntos) (100%). Sin valor objetivo

b.      Escenografía (4 muros) (100%). Sin valor objetivo

5.      Partidas: 9+3: 12/12 (100%) Completado.

Estuve una semana en la playa dejando de lado los pinceles, por lo que he pintado algo menos que otros meses. Sigo poniendo cosillas a la venta y desprendiéndome de ellas a cuenta gotas. El balance es positivo, pero con un ritmo insuficiente si quiero remontar esto de aquí a final de año.

En lo que a jugar se refiere, el evento del mes fue el torneo de Battlebunker en Vitoria, en el que cierto “conde elector” de Solland parece que troleó a la peña. Poder saludar a gente que siente tanta o más pasión por el hobby que yo fue una gozada.

Por mi parte, un empate y una derrota y victoria marginales. Creo que estoy aprendiendo a minimizar daños cuando las cosas se tuercen, pero me aun cuesta mucho explotar las situaciones en las que tomo ventaja. Aciertos/errores que voy aprendiendo de condes:

-        La doncella y los necrófagos tienen mucho potencial, pero me suelen quemar en las manos y tiendo a perderlos por torpeza o no tener la paciencia suficiente para que sobrevivan a los últimos turnos.

-        Es muy difícil que la línea se venga abajo con 3 bloques de infantería no muerta. Me dan muchísima tranquilidad.

-        Por mucho que un vampiro tenga HA8 y F7, el impactar a 3´s puede ser un filtro que me hace fallar muchos ataques.

Respecto a mis rivales, fueron agradables a más no poder. Como siempre digo, la sensación de estar jugando con amigos de toda la vida. La primera partida fue contra Imperio, en el que un rifle largo de Hochland le dio un susto gordo a Otto. La segunda contra bestias (la primera vez que juego contra ellas). Destacar que calculé por error un combate en mi contra y mi rival, Jorge, en lugar de dejarlo pasar, me corrigió a pesar de que le perjudicaba a él gravemente. Me quito el sombrero. Y por último contra los silvanos de Pablo Quinoces, el cuál conocí el año pasado de Navaridas (donde conseguí la cuchara de madera, por cierto), y es uno de los culpables de que me haya animado a hacer la escalada y a cuidar mucho más el trasfondo. El tío se presentó aquella vez con una lista del Imperio escrita a mano en un pergamino, y luego me envió el trasfondo. Su ejército lo formaban los herederos de los Von Drak, que pretendían retomar Sylvania. Así que claramente ha influido en estas líneas.

Respecto a la organización, ambiente, etc. Un diez se queda corto. Pero, en fin, que me alargo como siempre. Solo decir, que si eres un jugador que nunca ha ido a torneos y le da respeto o vergüenza, que se te quite el miedo. Apúntate, coge tu ejército y plántate ahí. Yo estaba igual hace dos años, y ahora pienso que es una de las mejores formas de disfrutar Warhammer Fantasy.

Un abrazo y Warhammer.

Duffman

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