martes, 26 de agosto de 2025

[WHF] Oro y Sangre: Una Campaña para Warhammer Fantasy (Parte 1 de 3)

 ¡Buenos días! Como habréis notado si seguís este blog con asiduidad, nos encanta meternos en camisa de 11 varas, y a algunos compañeros especialmente. Es el caso de Flogus y Jefe Orko, que tras sus choques del año pasado quisieron plantearse una campaña en escalera de Warhammer Fantasy en la que sacar a las mesas las minis que muchas veces no tienen ocasión. En esta primera entrada de la serie, os compartimos el trasfondo que crearon de inicio para este choque entre los Elfos Oscuros (con una pincelada caótica) y una coalición de Mercenarios e Imperio.


Saludos a todo el mundo de nuevo.

En esta ocasión mi compañero el legendario Flogus y yo, Jefe Orko, os traemos una campaña en escalera para WH Fantasy, la cual hemos desarrollado en los 6 primeros meses de este 2025.

A los asiduos en el blog legendario, ya sabéis que para mí la mejor experiencia de juego es esta. El porqué lo tenéis detallado en la Batalla por la Piedra Impía, que apareció también por estos lares el año pasado, así que no me voy a extender en ese sentido.

El resumen es que de aquellos lodos vienen estos barros. Disfrutamos tanto de la confrontación entre hombres bestias y pielesverdes que decidimos meternos en este proyecto para 2025.

Juntos, pero no revueltos, creamos un trasfondo de juego histórico y de ambientación, en donde una flota de elfos oscuros invadía las costas de la provincia imperial de Nordland y los territorios alrededor de Marienburgo. Llevo muchos años jugando a piñón con mis pielesverdes, y ya era hora de darle una oportunidad a mis minis tanto de Imperio como de Mercenarios.

Trasfondo

En el invierno del año 2545 del Calendario Imperial, a lo largo de las Tierras Devastadas y en la provincia imperial de Nordland, al norte de las montañas centrales, tuvo lugar una de las guerras más cruentas que jamás se haya librado en tierras del Imperio. Esta es la historia de aquellos trágicos sucesos.

El Mandato del Rey Brujo



Pocos son los que consiguen medrar y contarlo en la corte del temible Rey Brujo de Naggaroth. Pero aquellos que consiguen hacerlo, se rebelan como los auténticos y despiadados señores de la estirpe druchii.

Kurl Vraneth ha sido uno de sus más fieles y letales servidores tras más 500 años a su servicio.

En su juventud, Kurl Vraneth formó parte de los verdugos de Khaine, la secta de ejecutores originaria de Har Ganeth. Durante aquellos años, aprendió el manejo del Draich hasta ser maestro en su dominio; el arte de la guerra y las cientos de formas de destruir a sus enemigos de la manera más cruel posible. Su negra alma tardó poco en convertirle en uno de los líderes más afamados de la secta, y sus hazañas en combate y la de sus verdugos a su mando, pronto llamaron la atención del mismísimo Rey Brujo. Vraneth y sus verdugos se trasladaron a Naggarond, la capital de las Tierras Heladas, como fuerza de élite del auténtico señor de los elfos.

            Tras ponerle a prueba en numerables ocasiones, Malekith está satisfecho con las dotes como guerrero y comandante que Vraneth posee. En cierto modo, le recuerdan a él mismo cuando era más joven. A Kurl Vraneth le ha sido otorgado el sobrenombre de Espada Negra, título que obtienen sólo los más altos señores de la guerra de Naggarond, el cual le otorga el mando de una gran fuerza militar.

El mandato del Rey Brujo es que aporte 10.000 esclavos a las mazmorras de Naggaroth así como todas las riquezas encontradas allende los mares, para mayor gloria de Khaine y del propio rey. Malekith ansía además crear una plaza fuerte en el este de forma permanente, para así refundar poco a poco las colonias élficas perdidas con el devenir de los tiempos y que milenios atrás fueron suyas.

Para ello, ha entregado a la Espada Negra el Siempreodio, una de las Arcas Negras más impresionantes que existen en la flota Druchii, la cual ha de viajar al este y asolar las tierras al norte del Viejo Mundo.

El sobrenombre de Espada Negra otorga a quien lo lleva el poder de comandar las fuerzas más letales que existen en Naggarond. Dragones e hidras aguardan en el vientre de la gran fortaleza flotante. Cientos de guerreros, corsarios y máquinas de guerra pueblan sus cubiertas. Y los seguidores de tres de las más terribles sectas druchii también se han unido a la llamada a las armas de Vraneth: El Culto de las Brujas de Khaine, los hedonitas y sinuosos siervos del Culto a Slaanesh, y las horribles y despiadadas medusas de la Secta de la Serpiente.

Así mismo, las más poderosas hechiceras de los elfos oscuros, capaces de deshacer la carne con un solo susurro y convocar a terribles demonios salidos del abismo del Caos, también se han unido a las huestes del príncipe oscuro. Su cohorte de hechiceras las comanda Elandria, La Bruja Roja, una las favoritas de la mismísima Morathi; quién sabe si también sus ojos y sus oídos en la corte de Vraneth.

El Siempreodio ha atravesado el gran océano sin grandes problemas. Una pequeña flota mercante proveniente de Ulthuan tuvo la mala suerte de toparse en su camino, y también acorazados enanos de Barak-Var, decidieron hacerle frente. Todos descansan ahora en la quietud de las profundidades marinas.

Ahora, los gélidos ojos de Kurl Vraneth atisban a su primera presa: la ciudad costera de Dorkohem, en la ya provincia independiente de las Tierras Devastadas.


Dorkohem



También conocida como la Puerta de Marienburgo, Dorkohem se encuentra sita en la punta oeste de la bahía de Manann, donde ésta se une con el Mar de las Garras. Muchos son los navíos que viajan por la ruta marítima hacia Marienburgo, y la mayor parte de ellos recala antes en esta ciudad. Esto hace de ella una de las ciudades más ricas y prominentes de la antigua provincia imperial, estando quizás sólo la misma Marienburgo por encima de ella en influencia y poder.

Su situación en la entrada a la bahía hace de este emplazamiento un lugar estratégico como defensa y bastión marítimo de la propia Marienburgo. Todo aquel que quiera remontar la bahía hasta llegar a Marienburgo debe superar antes las torres de la ciudad.

Dorkohem posee pues una gran fuerza militar apoyada por las propias tropas de Marienburgo, las cuales hasta ahora han frenado a cualquier invasor marítimo que ha pretendido hacerse con la ciudad. Así mismo, los influyentes gremios de mercaderes y comerciantes de ambas ciudades gastan ingentes cantidades de oro y riquezas para contratar veteranos mercenarios cuando la situación lo requiere. Se dice que es tal las pagas entregadas que no hay más fiel mercenario que aquel que marcha bajo la bandera de Dorkohem o Marienburgo.

Magnus Wessels, nacido en el seno de una familia de clase media, fue nombrado así por Magnus el Piadoso, a ojos de su piadoso padre, el Emperador más grande que jamás haya existido. De joven aprendió el oficio de herrero de su padre, un hombre respetado en la ciudad dada la calidad de sus fabricaciones; y a ser considerado un hombre trabajador y honrado. Sin embargo, eso no le impedía ser un padre exigente, enseñó a su hijo a ser capaz de ganarse el pan por sí mismo en lugar de heredar el negocio de su padre, como tantos otros hijos de su estatus. Así pues, Magnus ingresó en el guardia de la ciudad, deseoso de probarse a sí mismo. Su amplia musculatura le hizo destacar en fuerza rápidamente así como en la alabarda, el arma por excelencia de la guardia; y poco a poco fue ascendiendo en los escalafones de dicha guardia hasta llegar a ser capitán de la misma. Su arrojo en combate y sus dotes de liderazgo, hicieron que los mandos del ejército marienburgués se fijaran en él y pasase a capitanear los principales regimientos armados de Dorkohem. Ahora, en plena edad media, Magnus ya no es un muchacho, sino que ostenta el título de gran mariscal de Dorkohem, al servicio del gobierno de Marienburgo. A pesar de rondar los cuarenta años y de tener un parche en el lugar donde antes tenía un ojo (víctima de un encuentro con una patrulla errante de Hombres Bestia), sigue estando en plena forma, con un vientre plano y poderosos brazos. Haberse criado en Dorkohem le ha proporcionado una ventaja natural y hace que los mercenarios acantonados en la urbe, así como los regimientos de la ciudad le tengan un enorme respeto pues saben que defenderá hasta su última gota de sangre las ciudades de Dorkohem y de Marienburgo, siempre buscando lo mejor para sus hombres.

No lejos de la ciudad se encuentra Karak-Drebal, una pequeña comunidad enana, que gracias a las artes diplomáticas de sus embajadores, mantiene buenas relaciones con los dignatarios de Dorkohem. El hierro, la plata y el cobre de las minas enanas surten a Dorkohem, y los enanos encuentran gran cantidad de mercancías útiles en los mercados de la ciudad para sus quehaceres diarios.



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