¡Buenos días! Aunque la semana pasada os compartí el último relato de trasfondo de los contendientes del V Torneo Leyendas en Miniatura, nos quedaba un as bajo la manga. Nuestro amigo Farton iba a acudir al torneo con sus Reinos Ogros, y lamentablemente no pudo ser, pero este breve y cómico fragmento merecía ser compartido, aunque preservemos la lista que no llegó a luchar en el evento.
En el centro del poblado atado de pies y manos y con un saco roído sobre su cabeza el cual solo dejaba entrever dos pequeños ojos verdes, el acusado, Marcus Reithölf inició su propia defensa.
— No es justo de lo que se me acusa. No trabajo al servicio de Altdorf, ni de Nuln, ni de ninguna otra ciudad imperial. Mis hombres y yo solo queríamos desplazarnos hacia el este, establecer nuevas rutas comerciales y sacar tajad…y poder realizar trueques de gran valor que aportasen beneficios mutuos.
Alrededor de él, una tribuna abarrotada de enormes ogros, sucios, descuidados y harapientos escuchaba las inteligibles palabras que emanaban de la boca de aquel diminuto humano.
— Ehe renacuajo eh un ehpía, toy seguro — dijo Elcho Jin, un enorme matarife, el cual actuaba de acusación principal en el juicio. — T’an visto olismear por aquí, y no ibas solico.
Las elocuentes palabras del matarife fueron suficientes para dictar sentencia.
El Gran Déspota Harrkano El Gordo ejercía de juez, y tras el convincente discurso escuchado tuvo claro su veredicto. Se acercó Reithölf, le quitó las cuerdas de pies y manos, esbozó una gran sonrisa mostrando la mitad de sus dientes negros como la profundidad del océano… y se metió en la boca a aquel humano de golpe. Masticándolo durante más de 15 minutos.
Cuando finalizó el juicio, Harrkano lo tuvo claro, congregó a toda la tribu y pronunció su gran discurso:
— Todavía tengo hambre, vamos a dar una vuelta a ver qué nos encontramos pa' comer por ahí y así seguir con el desayuno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario