sábado, 16 de diciembre de 2023

[Escalada de los lectores] La escalada de La Mesa Cuadrada: Septiembre a Noviembre 2023

¡Buenos días tengáis! Llevábamos un par de meses sin noticias de Arturo ni de los Caballeros de la Mesa Cuadrada pero parecen estar sanos. Bueno, si leéis esta escalada de los lectores igual Arturo no está sano del todo, pero sí lo suficiente para traernos minis, trasfondo, escenografía e ida de pinza este mes.


Saludos hobbytoxicómanos.

Regresamos a estos lares dos meses después para dar cuenta de nuestros escasos progresos.

Mi máxima prioridad fue terminar los atronadores, que serían el único objetivo pendiente para mi ejército de enanos. Cuando planifiqué la escalada hace ya casi un año tan solo tenía 8 atronadores de metal con los que noi siquiera podía montar un regimiento, así que lo primero fue preparar silicona y hacer un molde de los 4 modelos diferentes que tenía. Unas pocas coladas más tarde ya tenía 3 regimientos listos para montar.






Durante los últimos meses también puede aprovechar los huecos que me quedaban entre orcos negros y atronadores para pintar un pequeño bonus que me saqué de la manga un día que me pasé con el brebaje de setas sombreroloco.

Bueno, en realidad son dos pequeños bonus, pero siempre los voy a meter juntos, así que cuentan cómo uno. Por un lado un chamán orco de Avatars Of War, que llegó a mí sin una mano, ganándose así el apodo de "Chamanco" y el otro lo que pretende ser un proxi de gigante para cuando me apetezca sacar dos gigantes a pasear, conocido en la tribu como Manolorc.


Ahora tendría mucho que explicar, pero sabiendo que aquí todo entra mejor con un poco de trasfondo, me he tomado la libertad de elaborar un pequeño relato para poneros en situación. 

Dentro paja mental:


Fragmento de un informe presentado por Boris Karlov, capitán del decimotercer destacamento de cazadores, rescatado de los escombros del puesto de guardia de Steingart, tras ser arrasado hasta los cimientos por los orcos del clan Escroto Roto.

"Estaba cayendo la noche cuando divisamos a lo lejos el campamento de los pieles verdes emplazado a los pies de una colina. Al amparo de la oscuridad pudimos avanzar sin demora, aprovechando los escondrijos que la naturaleza nos brindaba, hasta llegar a unas antiguas ruinas situadas muy cerca de un colosal tótem, en torno al cual, los chamanes de la tribu llevaban a cabo sus paganos rituales.

A los pies de aquel gran ídolo de madera toscamente tallado yacía uno de estos chamanes, completamente abstraído a causa del hipnótico ritmo de los tambores y el incesante suministro de brebajes alucinógenos que recibía.
Su brazo izquierdo permanecía estirado sobre una gran roca, completamente inmóvil, mientras uno de sus subalternos cubría su mano con algún tipo de pintura mágica.

El ritual se alargó durante varias horas hasta que las pinturas fueron completadas y todos los asistentes comenzaron a entonar al unísono extraños sonidos guturales que se iban imponiendo sobre la percusión.
Ma-No-Lorc, Ma-No-Lorc, repetían incesantemente, mientras aquel desgraciado comenzaba a convulsionar en el suelo, agitando su brazo con grandes aspavientos, como si este tuviera voluntad propia, posiblemente a causa de la gran cantidad de hongos tóxicos que había ingerido. 

No obstante, llegó un momento en el que la voluntad del chamán logró imponerse sobre la totalidad de su cuerpo, incorporándose entonces con gran agilidad y emitiendo un ensordecedor grito que fue secundado por todos los moradores del campamento. En ese preciso momento, materializóse frente a nuestros ojos un enorme gigante que casi triplicaba en altura a un orco común. Tan solo un desvencijado pantalón elaborado a partir de los estandartes capturados a sus enemigos cubría sus vergüenzas y su mirada parecía perdida, como si no fuese dueño de sus movimientos.

Tan pronto como húbeme recuperado de la impresión, giréme para dar orden a mis hombres de tornar de vuelta a nuestro campamento y dar la alarma, pero estos ya habían huido desordenadamente presa del pánico y hube de emplear largo tiempo en reagruparnos. No todos conseguimos escapar de sus exploradores, que alertados por nuestra huida lograron atrapar a dos de mis mejores hombres, los cuales fueron brutalmente descuartizados en el acto por sus bestias.

Tan solo agradezco que su terrible muerte no haya sido en vano y hayamos podido llegar hasta aquí sanos y salvos, sin que esos malnacidos nos hayan seguido."




Ahora que estáis puestos en antecedentes puedo enseñar el trabajo. Por un lado tenemos a Chamanco (dotado ya de todas sus extremidades) y sus pinturas mágicas.




Nota de Cordo: Ojo al detalle de la mano.

Y por otro lado su inseparable Manolorc, que en lengua orca quiere decir [la] mano del orco.








Este proyecto me lo tomé como práctica intensiva de freehand y creo que logré grandes avances en la técnica, a parte de que me lo pasé pipa buscando estandartes para copiar. Unos los saqué de otros ejércitos del club, otros de libros de ejército y revistas y algún otro que me fui inventando sobre la marcha.

Para mi sorpresa Manolorc no fue tan bien recibido en mi grupo de juego como yo esperaba, así que para compensar a mis rivales por mi nivel de tontuna y mantener el hilo trasfondístico, aceptaré gratamente hacer una tirada en la tabla de monstruos sin jinete si Chamanco muere o sale del tablero.

Nota de Cordo: A mí me parece supercómico. Ahora necesitas un marcador para el Pie de Gorko...

También tuvimos bastantes progresos en el ejército asur, pero como les falta terminar las peanas y todo indica que no pintaremos miniaturas en diciembre nos las guardamos en la recámara para la próxima entrega de nuestra escalada grupal.

Pero no penséis que estaremos holgazaneando todo diciembre, pues nuestra intención es dedicar nuestros esfuerzos a terminar el último elemento de escenografía imprescindible que teníamos pendiente para la mesa de juego. ¡¡El río!!

Así que para ir entrando en materia y mantener nuestra costumbre de cerrar las escaladas con escenografía vamos a terminar explicando cómo hicimos la vegetación que utilizaremos para adornar las veredas.

En primer lugar, para hacer juncos, cortamos unos trozos de camisa termorretráctil de entre 3 y 5 mm de largo y los pegamos con un poco de cianocrilato en unos alfileres, dejando asomar un poco el alfiler, que hará las veces de tallo. Le damos fuego con un mechero para que la camisa se contraiga y un poco más, ya que al quemar deja una forma más orgánica. Rematamos la unión con una gota de ciano a cada lado de la camisa.




Para las hojas cortamos trozos de este alambre que viene plastificado, típicos del pan Bimbo (se puede comprar en rollos, tranquilos) y hacemos 2 tamaños distintos.




Tras cortar uno de los extremos de cada uno en punta podemos empezar a hacer un manojo con las más largas. Después añadimos las cortas al exterior.




A continuación colocamos en el centro los juncos que habíamos hecho.




Y con un poco de pintura quedan listos para integrar en el tablero.





También hicimos algunas con plantas de acuario, simplemente recortando la distancia entre nodos.




En alguna rematamos la punta con un trozo de matriz al que se le hicieron unos tajos para simular hojas.




Y también hicimos algunos arbustos con los tipos líquenes y un poco de césped en polvo.




Y por ahora eso es todo. En diciembre no tengo pensado pintar y sí acabar el río y hacer una valoración de nuestra primera escalada. A ver cómo se da el mes.

Arturo

1 comentario:

  1. Ostras tú, ¡qué pasada esa mano-gigante en lo conceptual!... Brutal, brutal, a mí no se me habría ocurrido hacer algo así ni en un millón de años; ¡Me ha encantado!

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