jueves, 21 de marzo de 2024

[TRASFONDO] En la quietud de la noche (V Torneo Leyendas en Miniatura)

  ¡Buenos días rufianes! A todo el mundo le gustan las historias de piratas, y a juzgar por el éxito de la Costa del Vampiro en el Warhammer Total War, los de Fantasy también tienen buen público. Los piratas de hoy aún no están muertos (o no muertos), pero eso no desmerece al relato de trasfondo para el V Torneo Leyendas en Miniatura que Eloy escribió para acompañar a sus Mercenarios.





En la quietud de la noche, la arboladura de madera del Myrmidia crujía intermitentemente al hincharse sus velas por el ligero viento del oeste. La embarcación de dos palos, once cañones por manga y tamaño modesto, navegaba veloz adaptando su vela cangreja al viento mientras su proa adornada con una escultura de madera de la diosa de la estrategia rompía las olas del Gran Océano a su paso. En la cubierta, dos figuras conversaban iluminadas por la luz de las lunas. 

- Capitán Cannaman, todavía estamos a tiempo de cambiar el rumbo. Lo que nos depare el futuro es incierto y ni siquiera en los vientos de Azyr puedo atisbar el porvenir de este viaje. – dijo la peculiar hechicera Khalidra Coralinna. 

Las palabras parecían brotar de su boca como un susurro de brisa marina. Khalidra no era estrictamente humana, era una criatura ligada a los mares y a su magia, de piel azulada y ligeramente escamosa. Sus cabellos anaranjados parecían ondear al viento con voluntad propia como un arrecife de coral y sus ojos cambiantes oscilaban entre todos los tonos de azul del océano que la vio nacer. 

- La decisión está tomada, Khalidra. Demasiado pronto para conocer el futuro, demasiado tarde para arrepentirse. – respondió con voz cálida el capitán. 

Cannaman era el único miembro del Myrmidia que llamaba a Khalidra por su nombre. El resto de la tripulación la temía y respetaba a partes iguales por su temperamento tornadizo y su poder mágico. El capitán era un avezado marino de mediana edad. Alto y fornido, armado de sable y pistola. Siempre embozado bajo un sombrero de tres picos, un elegante gabán oscuro y unos anteojos tintados para corregir su visión y proteger sus ojos del inclemente reflejo del sol en la mar. 

El capitán tenía sus manos apoyadas en la balaustrada y sus ojos miraban fijamente algún punto invisible en el oscuro horizonte de la noche. El leve contacto de la delicada y semipalmeada mano de Khalidra hizo que volviese la mirada hacia la hechicera marina. 

- Vencimos a los señores de los necrófagos en la Isla de los Muertos. Masacramos a los inmensos ogros del clan Thapiator y escapamos con la vida y el botín de la cambiante y peligrosa Isla de los Mil Ojos. – añadió con una pizca de orgullo Cannaman. 

- No lo hubieses conseguido sin la ayuda de mi gente, capitán. Y todavía en mis sueños persiste la maligna sombra de ese ojo ardiente en fuego azul. Tu tripulación es valerosa y ávida de tesoros, pero sabes tan bien como yo que mis súbditos sangraron por ti en cada batalla. – contestó Khalidra desafiante. 

- No sangraron por mí, princesa Coralinna – continuó Cannaman – lucharon por ti. 

- Eso ahora no importa – le cortó Khalidra – Nuestra alianza no será suficiente esta vez.

 Mientras los dos líderes hablaban en la proa del Myrmidia, una imponente figura los miraba recostado en el palo mayor. Aún sentado, el ogro era más alto que cualquier humano. Sus musculosos brazos se hallaban cruzados sobre su torso descubierto y surcado de cicatrices. Thark era el encargado de manejar a sus congéneres ogros de la tripulación, en su mayor parte asignados en disparar las piezas de artillería de la embarcación. Su fuerza bruta podía machacar a cualquiera de sus dos líderes, pero la lealtad a su patrón y la confianza ciega en su astucia e inteligencia hacían de Thark un aliado valiosísimo. A su lado, varios humanos y enanos recogían aparejos y se repartían las guardias nocturnas. En el Myrmidia todavía se respiraba el ambiente triunfal. Aún quedaba parte del botín sin gastar y los ánimos alegres en poco se asemejaban a los de su capitán y la hechicera. 

En la proa, la conversación continuaba. 

- Si no quieres acompañarme, iré yo solo. – dijo Cannaman. 

- Estás borracho de soberbia. Este viaje te llevará a la muerte. La tuya y la de toda tu tripulación. – respondió Khalidra. 

- Sea pues. – sentenció el capitán. 

- No voy a dejar que nos lleves al fracaso. Desconozco los torbellinos que enturbian las aguas de tu mente. Algún día espero que confíes a tus hombres el motivo de esta empresa. – continuó Khalidra. – Hay alguien que podría ayudarnos, pero tal vez el coste de la ayuda sea demasiado caro…

 A varias millas de distancia, en una solitaria isla rocosa, la figura de un guerrero elfo se recortaba contra el horizonte. Su largo cabello azotado por el mistral y su túnica rojiza – recordatorio vetusto de su ascendencia caledoriana- destacaban como una mancha de oro y sangre en el acantilado. En sus manos sostenía una extraña caracola con mágicas iridiscencias. 

- Parece que nos toca cabalgar las olas de nuevo, viejo amigo… - dijo el elfo mientras el viento dispersaba sus palabras. 

El guerrero élfico se llevó la caracola a los labios y la hizo sonar. Aparentemente, ningún sonido surgió del peculiar instrumento. Instantes después, un agudo rugido emergió de las profundidades del océano acompañado de una explosión de espuma blanca. El Leviatán acudía de nuevo a la llamada de su amo…

...


En el Gran Océano, el Myrmidia ondea, 

Capitán de oscuro gabán, figura erguida 

A su vera hechicera, azulada piel 

coralinos cabellos, la magia su poder. 


Escaparon de Mil Ojos, Isla en el pasado 

Derrotaron necrófagos en lucha desatada 

Thapiator cayeron, sangre ogra derramada, 

más la nueva odisea, desafío enredado. 


Capitán en sombras, su astucia reluce, 

el horizonte incierto, su destino seduce 

hechicera, con Azyr, al mar conduce, 

en su magia, el futuro, sutilmente traduce.


Dos lunas brillan, su luz, guía incierta, 

en el Myrmidia, el viento, su fiel experta, 

rumbo fortuito, la aventura concierta, 

en busca de ayuda, isla mágica y desierta. 


El elfo de Caledor, noble jinete del mar, 

en Leviatán monta, poderoso sin par, 

en su isla solitaria, peligro a afrontar, 

al Myrmidia, su llamada alcanzar. 


En este canto, el desafío se enciende, 

aventura y peligro, la sangre pretende, 

Capitán y hechicera, al futuro atienden, 

unidos por mares, su destino se tiende.  







Comandantes

  • No hay.
Héroes
  • Pagador con pistola, armadura pesada, escudo y Yelmo Brillante de Myrmidia
  • Hechicera de nivel 1 con 2 Pergaminos de Dispersión
  • Capitán ogro con arma a dos manos y armadura ligera
  • Asarnil, Señor de los Dragones
Básicas
  • 8 duelistas con pistola y músico
  • 8 duelistas con pistola y músico
  • 5 Cazadores de Voland
Especiales
  • 19 escoltas del pagador con armadura pesada, grupo de mando completo y Estandarte de Acero
  • 2 sueltafuegos con músico
  • 2 sueltafuegos con músico
Singulares
  • 1 comehombres con ristra de pistolas y armadura pesada
  • Gigante



4 comentarios:

  1. Enhorabuena por el relato Eloy. De todos los publicados hasta ahora para el VLeM, es el que mas me ha gustado. Ademas, tiene la capacidad de trasmitir mucho en pocas palabras. Y los versos son ya el remate final señor, "Bajel pirata que llaman por su frikismo el Myrmidia".

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    1. Muchas gracias!! Pillada la referencia a José de Espronceda ;)

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  2. Un relato muy chulo y un ejército genial, me encanta lo temático que es.

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    1. Mil gracias! Me llevó un verano de mucho mimo, y pintado en tardes de aire acondicionado... jeje

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