miércoles, 25 de marzo de 2020

[TRASFONDO] Sólo negocios (Primera parte)

Muy buenas entusiastas de las buenas historias. Iba a decir del lore. O de la Lore algunos. Pero quedémonos con historias, o acabaremos hablando de skinks y aelfs. Nuestro querido Narbek nos ha querido deleitar con un fragmento absolutamente novelesco de historia fantástica, y la verdad, me parece que tiene mucho nivel, así que...os recomiendo hacer una pausa en lo que sea que estéis haciendo...y disfrutarlo.




Muy buenas, ratones de biblioteca,

Hoy os traigo un artículo diferente; principalmente, porque no es un artículo, sino un relato. 

Hace poco, Cordo colgó el final de la campaña de Los muertos no cuentan cuentos y yo, la verdad, lo disfruté muchísimo. Sí, me tocó el corazoncito que recuperara personajes que había inventado para los informes narrativos y les diera también su final (llamadme egocéntrico), pero sobre todo porque me gustó poder disfrutar de una nueva historia en el ambiente del Viejo Mundo. Así que me "piqué", me entraron ganas de escribir algo yo mismo y aquí tenéis el resultado; bueno, parte del mismo. 

Sin más dilación, os dejo con la primera parte de "Solo negocios". Espero que os guste.

Zaludoz verdez,
Narbek



Una jarra se estrelló contra la pared a pocos centímetros de su cabeza. Con un gesto indolente, Guido se limpió los añicos del hombro. Al menos no había caído ninguno en su copa.

La pelea había comenzado como tantas otras peleas de taberna: por política. Concretamente, la política de conquista bretoniana; y aún más concretamente, la que trataban de llevar a cabo dos jóvenes caballeros con una de las mozas de la taberna. Y aquella aventura no habría tenido mayor trascendencia, con mejor o peor fortuna para la pobre moza, si no fuera porque aquellos dos jovenzuelos habían ido a echarle el ojo, precisamente, a la querida de uno de los parroquianos habituales, un jayán de mala reputación que respondía al nombre de Buey, el cual no vio con muy buenos ojos que aquellos dos fulanos engalanados trataran de levantarle la falda a su chica. Tras un breve debate anatómico (sugiriendo Buey por donde se podían meter las manos mutuamente los caballeros) y genealógico (mencionando estos la segura consanguinidad de los antepasados del jayán), Buey decidió que lo que aquellos mozos necesitaban era sentar la cabeza, por lo que le estampó un taburete en la frente a uno de ellos. Tras un instante de incredulidad, su compañero lanzó un directo contra la cara del gañán, pero este, anticipando el ataque, lo bloqueó con el antebrazo; y ya se disponía a devolverlo, cuando los escuderos de los caballeros acudieron en ayuda de sus amos. La inferioridad numérica no era algo que preocupase a Buey, pero sus compinches, con quienes había estado bebiendo hasta el incidente, decidieron que no iban a dejarle a él toda la diversión. También se unieron a la pelea unos mineros enanos con ganas de bronca y un halfling al que, con el jaleo, le habían tirado su plato de guiso. La taberna estalló en un pandemónium: las jarras volaban, las sillas se destrozaban y los dientes saltaban. Pero aquello no molestaba a Guido.

-¿Esto siempre es así? –preguntó su interlocutor, mirando despectivo por encima de su hombro. Guido observó al hombrecillo sentado frente a él, tan fuera de lugar en aquella taberna como un sacerdote de Sigmar en un prostíbulo, sus elegantes ropas negras enmarcadas por una capa ligeramente más grande de lo que debería.
-Oh, no –vació la copa de un trago y echó mano de la jarra para servirse más. El halfling salió volando a través de una ventana, que estalló en pedazos- A veces hay peleas de verdad.

Una sonrisa irónica cruzó el rostro del hombrecillo.

-Ya veo –se giró, encarándose a Guido- Bien, ¿por dónde íbamos?
-Me iba a explicar para qué necesita realmente los servicios de mi compañía.
-Ah, vamos, capitán Lambardi. Las personas que me recomendaron sus servicios me aseguraron que no se perdería usted en esa clase de detalles.
-Y esas personas aseguraron bien –terminó su copa y se reclinó en la silla, apoyando los pies sobre la mesa, las manos detrás de la cabeza- Pero acostumbro a tratar con mercaderes. Qué transportan y a dónde, no es asunto mío, solo me importa su protección y cobrar por ello; pero siempre hay una mercancía. Así que comprenderá que me extrañe cuando dice que usted sería lo único a proteger; no se ofenda, pero no tiene usted pinta de resultar una mercancía demasiado valiosa.
-¿Tan extraño le resulta que un viajero valore su propia integridad física y prefiera viajar seguro?
-No, claro que no. Todos solemos preferirnos vivos. Precisamente por eso, la mayoría de gente no corre riesgos si no consiguen algo a cambio.
-¿Como escoltar caravanas de contrabando hacia el Imperio, por ejemplo?
-Por ejemplo –sonrió Guido-. Riesgo, beneficio; es la naturaleza de los negocios, amigo.
-Entiendo. Me pregunto qué pensarían las autoridades imperiales de esta teoría económica…

La sonrisa se borró un momento de la cara de Guido, para volver al instante convertida en una mueca amenazadora.

-No le recomiendo seguir ese hilo de pensamiento. Esto no es el Imperio –dijo, deslizando lentamente una de las manos hacia su cintura- y dichas autoridades están muy lejos de aquí.
-Mis disculpas –dijo tranquilamente el hombrecillo, levantado un poco las manos- tengo la tendencia a teorizar sobre los más variados asuntos.
-Ajá… Mientras sea teórico…-relajó la sonrisa, mientras devolvía la mano tras su cabeza- Entonces, ¿cuál es el objetivo del viaje?

El hombrecillo suspiró y se encogió de hombros.

-Necesito subir una montaña y, simplemente, no me gustaría verme molestado por un puñado de goblins.
-¡Ja! No mucha gente está dispuesta a dar un paseo por las montañas por el mero placer del ejercicio físico; y aún menos están dispuestos a pagar por los servicios de toda una compañía como escolta.

Con un estrépito, uno de los caballeros se estrelló contra la pared, cayendo desmadejado junto a ellos.

-Psé, mucha Dama, mucho Grial, pero les bajas de un caballo y no aguantan ni un par de leches- dijo Guido con sorna-. Mire, vamos a dejarnos de tonterías. Usted es un buscador de tesoros, un coleccionista. La razón por la que ha decidido buscarlos directamente en persona, en vez de en una limpia y cómoda casa de subastas en Altdorf, no es de mi incumbencia. Pero sí lo es mi propio pellejo; y debe saber que los enanos no se toman nada bien cuando la gente se dedica a husmear en sus ruinas.

Como para enfatizar las palabras de Guido, uno de los mineros enanos aplastó la nariz de uno de los compinches de Buey de un puñetazo, para acto seguido estamparle la cabeza contra la barra.

-Así que –continuó el mercenario, indiferente a la violencia de alrededor- necesito un seguro que haga que merezca la pena el riesgo.
-Está bien, capitán. Como ha dicho, dejémonos de tonterías. Sí, la finalidad de mi viaje es recuperar un objeto, digamos, extraviado; pero no se preocupe, no se trata de ningún tesoro enano.
-¿Y entonces?
-Empiezo a pensar que su reputación está considerablemente sobreestimada, capitán.
-Ah, entiéndame –abrió los brazos en un gesto de falsa inocencia y bajó los pies de la mesa- No es por comadrear, debo saber qué esperar. No pretenderá que guíe a mis hombres hacia el peligro sin una recompensa acorde.
-Conozco sus tarifas, capitán. Todo lo que necesita saber es que la zona donde nos dirigimos se rumorea como territorio de varias manadas de hombres bestia.
-Hombres bestia… -masculló, mesándose el bigote con dos dedos- Prefería los goblins, huyen más rápido…

El enorme crujido de una mesa aplastada acompañó la caída de Buey y marcó el final de la pelea. El enano que seguía en pie echó mano de la jarra más cercana, la volcó entera en su garganta, eructó sonoramente y se derrumbó de espaldas.

-Aun así, necesitaré la mitad por adelantado. Comprenda que no es personal, solo son los negocios, ya sabe.

El hombrecillo echó mano a su cintura, sacando una bolsa llena y la arrojó sobre la mesa. A Guido se le iluminaron los ojos con codicia.

-¿Suficiente? Me gustaría partir al alba.
-Suficiente. Ya tiene usted escolta –dijo, extendiéndole una mano mientras con la otra recogía la bolsa- Patrón.


6 comentarios:

  1. Muy bueno!! me he quedado con ganas de segunda parte jajaja

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  2. Si! Muy chulo :) Yo también me he quedado con la intriga!

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  3. ¡Gracias! ^^ La siguiente parte la tengo a puntito de caramelo jaja en breves la mandaré

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  4. Muy chulo!
    A ver cuando continua que me he quedado con la cosa ahí

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  5. Muy guapo a ver cómo acaba esa historia .

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